Sclerocarpus phyllocephalus S.F. Blake, Contr. U.S. Natl. Herb. 24: 27, t. 8. 1922.
Erectas, con frecuencia difusamente ramificadas, ca 1 m de alto; tallos híspido-hirsutos. Hojas rómbico-ovadas a lanceolado-ovadas, 28 (10) cm de largo, ápice agudo o acuminado, base cuneada, márgenes dentados, ligera a densamente estrigosas o híspido-hirsutas. Pedúnculos hasta 9 cm de largo, acostillados; filarias 612, ovadas a lanceoladas, 620 (35) mm de largo, pecioliformes en la base, porción superior dilatada, hirsutas; páleas todas con un apéndice ligulado, hirsutas; flósculos del radio 36, las lígulas 37 mm de largo y de ancho, amarillas o anaranjadas, el tubo ca 3 mm de largo; flósculos del disco ca 20, los lobos con tricomas blancos y sin la mezcla de tricomas negros. Esclerocarpos marginales (algunos o todos) con rostro inflexo 45 a 90 de la vertical definida por el cuerpo, cuerpo de todos los esclerocarpos 35.5 mm de largo, abaxialmente adornado con crestas intrincadas, prominentes y proyecciones espinosas, pilosos, el rostro igual al cuerpo o sólo ligeramente más corto, aquenio incluido negro.
Común en áreas abiertas, quizás no tan ruderal como S. divaricatus, zonas pacífica y norcentral; 120920 m; fl y fr (may) agonov; Stevens 2982, 14914; Guatemala a Nicaragua. Esta especie se distingue con dificultad de S. africanus Jacq. ex Murray, la cual ha sido reconocida por Feddema como bien establecida en el Nuevo Mundo pero no en la parte continental de Centroamérica. Si estudios posteriores manifiestan la necesidad de sinonimizar las dos especies, entonces las plantas centroamericanas tendrían que llevar el nombre más antiguo, S. africanus.