Prunus persica (L.) Batsch, Beytr. Entw. Gewächsreich 1: 30. 1801. Amygdalus persica L., Sp. pl. 472. 1753. Durazno, Melocotón.
Árbol, hasta 5 m, caducifolio. Hojas con el pecíolo 1–1.5 cm, usualmente con 1–varias glándulas distalmente (antes de la unión la lámina); lámina 5–15 × 2–4 cm, elíptico u oblongo-lanceolada, ampliamente cuneada en la base, largamente acuminada en el ápice, serrulada, glabra o glabrada en ambas caras, a veces con una glándula en la base. Infls. principalmente de 1 fl. solitaria. Fls. subsésiles; hipanto 3–5 mm, glabrado o (mucho más frecuente) pubescente; sépalos ca. 3–5 mm, tomentosos, a veces persistentes en fr.; pétalos rosados. Frs. amarillentos a rojos, 4–7 × 3–10 cm, ampliamente elipsoides a subglobosos, cortamente apiculados en el ápice, velutinos o tomentulosos (en CR).
Bosque muy húmedo y pluvial, cult., 1150–2300 m; vert. Pac. Cords. Central y de Talamanca, vert. Carib. Valle Central. Fl. jul.–oct. Nativa de China, introd. EUA–CR, Col.–Bol. y Ven., Par., Arg., Bermudas, Hawai, Viejo Mundo. (L. D. Vargas & Villalobos 4157, CR)
Prunus persica se reconoce fácilmente por sus láminas foliares serruladas, infls. principalmente de una fl. solitaria, fls. subsésiles y frs. grandes y velutinos.
Esta sp. es más o menos frecuente en las zonas de Coronado, Irazú y Dota, arriba de 1600 m, pero se cultiva también en el Valle Central, sobre los 1100 m. Igual que la manzana (Malus pumila), su cultivo en CR es exclusivamente para consumo doméstico y la calidad de los frs. es relativamente baja.